Ante este deseo, asumo que tengo mucha competencia. Como
apuntaba en otra entrada de esta bitácora, hay escritores destacados en nuestro
país. También los hay muchos extranjeros cuyas obras son traducidas a nuestro
idioma; igualmente hay bastantes personajes que han alcanzado fama en
televisión, que también han escrito libros que de forma inmediata han gozado de
gran publicidad; por no hablar de célebres escritores que ya han fallecido y
cuyas obras se siguen editando y vendiendo…
A mí nadie me conoce. El mundo editorial parece que se mueve
en círculos cerrados y sus allegados. Yo arranco desde cero, sin contactos
dentro de este círculo, ni tan siquiera cerca de sus proximidades. Es decir,
estoy completamente fuera. Al principio lo intenté con los medios de que
disponía. Quise presentarme; les envié mis escritos. De entre muchas, sólo
recibí una única respuesta negativa de una editorial que casualmente estaba en
mi ciudad.
He participado también en unos cuantos concursos, pero
siempre hay muchos participantes y en ocasiones también se rumorea que los
premios ya están concedidos con antelación, o que al menos, se busca entre el
currículum de los participantes. Sea lo que sea, yo he perdido este interés.
Escribo porque me gusta y sobre lo que considero importante. Me gustaría tener
apoyo, que mis libros gustasen en algún sitio y que alguien se atreviese a
publicarlos, publicitarlos o venderlos, pero francamente, ahora mismo, me da
igual. Escribo lo que quiero, cuando quiero, como puedo y… lo lanzo al viento,
esperando que al menos, sirva para que los posibles lectores vean que hay gente
que comparte sus mismas inquietudes, miedos, preocupaciones y deseos; buscando
que la gente reflexiones sobre este mundo y lo cuestione.
Con esto, ahora mismo, me doy por satisfecho y mi única
preocupación es mirar de vez en cuando el contador de visitas de mis bitácoras.
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