Recuerdo por ejemplo a quien me pedía un abrazo, un cumplido o un beso que yo no sentía interés o necesidad en dar. Podía hacerlo pero no quería y generalmente no lo hacía. Consideraba que para hacerlo sin sentirlo, mejor no hacerlo. Cuando ha llegado el momento de dar un abrazo, un cumplido o ese beso, porque así lo he sentido, no ha sido necesario pedírmelo. Lo he hecho sin más y con el corazón.
Así, escribir una novela en dos meses en mi caso no es sinónimo de un trabajo malo y apresurado, sino de esfuerzo, de constancia, de dedicación, de tener una idea bastante clara de lo que quiero escribir, de creer en el libro y de un verdadero disfrute escribiendo. Es por ello que cuando me he puesto a escribir un libro en el que se me ha suscitado gran interés, como en el caso de “Estima per a tres” (que también he traducido en la novela “Cama para tres”) soy capaz de hacerlo con buenos resultados y en un plazo breve de tiempo, porque disfruto haciéndolo y me empleo a fondo. Me gustaría que el lector se contagiase de la misma pasión y disfrute durante la lectura que yo he sentido con la escritura.
Obviamente todo se puede mejorar, pero en algún momento se ha de dar el trabajo por finalizado, porque siempre podría añadirle cambios y mejoras que harían que nunca acabase el libro.
Así pues: ¡Qué disfrutéis de la lectura!
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