Estos días he retomado la
escritura de mi última novela tras un año más o menos sin apenas tocar mi
portátil. A modo de obligación personal para no estancarme del todo, sólo he
estado escribiendo las recetas para mi blog de cocina, pero en realidad eso no
es escribir. Ahora, al sentarme ante las páginas de lo que tenía escrito, me
siento falto de inspiración; me cuesta continuar, o mejor dicho, arrancar de
nuevo. Parece que mi cerebro de escritor se ha oxidado por el abandono en el que
lo he tenido todo este tiempo, o quizá por el cansancio que voy arrastrando.
Hoy me he despertado
relativamente pronto, como me viene sucediendo últimamente, que llego a
adelantar al despertador, pero siento aún el peso del sueño sobre mi cuerpo y su
escozor que produce en mis ojos. Aún así, sólo tengo alrededor de una hora
antes de ir a trabajar. Todo esto me va a suponer un gran esfuerzo adicional si
quiero tener una obra presentable a esa dichosa convocatoria que ha caído
nuevamente entre mis manos y que constituye mi reto personal.
Espero que escribir estas líneas,
que en realidad he de admitir que me van saliendo bastante fluidas, sirvan para
empezar a poner a punto mi maquinaria de escribir.
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