Me considero una persona apasionada y muy cariñosa, pero esto último es algo que nadie podrá percibir con facilidad. Es más, con tratar un poco conmigo seguramente cualquiera puede pensar todo lo contrario: que soy frío y distante.
En realidad no es así, aunque quizá esto pueda ser algún tipo de coraza impresa en mi subconsciente, porque lo cierto es que analizándome un poco, he llegado a descubrir que al tratar con asiduidad a cualquier persona que me suscite cierta simpatía, esto fácilmente despierta en mí afectos que me suponen adentrarme en un “terreno pantanoso” de relaciones personales que temo dónde podrían llevarme.
Es por ello que prefiero mantener distancias, y muy especialmente con el sexo femenino, porque además podría decir que soy bastante “enamoradizo”. De modo que hablando de cariño y afecto, he de decir que este queda reservado exclusivamente para mi mujer y mis hijos, a quienes me encanta acariciar, abrazar y besar a diario, incluso me los “como” con tiernos bocados a menudo. Esto lo hago con tantas ganas y deseo, que alguna dentellada también se me escapa.
Si de piropos o halagos hablamos, estos igualmente quedan reservados para ellos. No soy capaz de decirle a nadie más si le sientan bien unos vaqueros, si está guapa o si le favorece el corte de pelo, etc.
Así que quizá quepa advertir que si eres una persona a la que veo todos los días y charlamos tranquila y animosamente al menos media hora, es posible que te coja cariño pero es altamente probable que no te lo exprese, pero si eres mujer, seguramente estas charlas ni siquiera tendrán lugar.
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