Nunca me había interesado por la literatura infantil salvo por los cuentos que compro y leo para mis hijos, generalmente de su elección. Además de leerles estos cuentos antes de ir a dormir, alguna vez he improvisado mis propios cuentos de apenas cinco minutos de duración, aderezados con sorpresas, pellizcos o cosquillas, que otorgan a la experiencia de ser padre unos momentos maravillosos en los que se unen la emoción, la ilusión y el cariño.
Podría decir que hasta hace poco, mis proyectos literarios eran únicamente novelas y algún libro de cocina. Nunca antes me había planteado escribir un cuento para niños, y menos aún, aunque me guste y se me dé bien, dibujarlo.
Aunque estoy escribiendo una novela, ahora sin prisas pero con la que considero que tengo un argumento interesante y con bastante potencial, últimamente estaba un tanto desmotivado con ella y me he estado dedicando principalmente a revisar lo que había escrito este verano cuando empecé con ella. Quizá soy una persona inquieta, que siempre tengo que estar ocupado haciendo algo que me interese y ahora mismo parece que ese interés por este trabajo literario había decaído. En resumen, me sentía falto de motivación.
Y de pronto, se me ocurrió que podría dibujar un cuento muy sencillo que hace tiempo me inventé. Nunca lo había hecho antes y hasta ahora, sólo había dibujado en papel. Dibujar con el ordenador es muy diferente pero también cuenta con interesantes posibilidades y dos de ellas eran un programa de diseño gráfico libre con el que estoy aprendiendo y disfrutando mucho, el GIMP y una página que he descubierto recientemente y que ofrece multitud de imágenes y dibujos gratuitos, Freepik. Con esto, me puse manos a la obra y en un momento pude sentir esa motivación que me faltaba para continuar escribiendo mi novela.
En cinco días, entre los que dediqué aproximadamente unas 20 horas, creé mi primer cuento ilustrado para mis hijos sirviéndome de estas herramientas. Podría haberlo dibujado por mi mismo o en papel, pero ya disponía de mucho material pre-elaborado que me pareció interesante utilizar. A medida que iba avanzando en ello, les iba mostrando las escenas y me contagié de gran ilusión. A su vez, ellos se aprendían de memoria el texto de las escenas.
Quizá huyendo un poco del dicho “en casa del herrero cuchillo de palo” me involucré de lleno en este proyecto dedicado a mis hijos y también ilusionado por el hecho de poder compartir y crear con ellos este proyecto común.
Ahora mismo ya tengo mi primer cuento creado y estoy ya con el segundo.
Podría decir que hasta hace poco, mis proyectos literarios eran únicamente novelas y algún libro de cocina. Nunca antes me había planteado escribir un cuento para niños, y menos aún, aunque me guste y se me dé bien, dibujarlo.
Aunque estoy escribiendo una novela, ahora sin prisas pero con la que considero que tengo un argumento interesante y con bastante potencial, últimamente estaba un tanto desmotivado con ella y me he estado dedicando principalmente a revisar lo que había escrito este verano cuando empecé con ella. Quizá soy una persona inquieta, que siempre tengo que estar ocupado haciendo algo que me interese y ahora mismo parece que ese interés por este trabajo literario había decaído. En resumen, me sentía falto de motivación.
Y de pronto, se me ocurrió que podría dibujar un cuento muy sencillo que hace tiempo me inventé. Nunca lo había hecho antes y hasta ahora, sólo había dibujado en papel. Dibujar con el ordenador es muy diferente pero también cuenta con interesantes posibilidades y dos de ellas eran un programa de diseño gráfico libre con el que estoy aprendiendo y disfrutando mucho, el GIMP y una página que he descubierto recientemente y que ofrece multitud de imágenes y dibujos gratuitos, Freepik. Con esto, me puse manos a la obra y en un momento pude sentir esa motivación que me faltaba para continuar escribiendo mi novela.
En cinco días, entre los que dediqué aproximadamente unas 20 horas, creé mi primer cuento ilustrado para mis hijos sirviéndome de estas herramientas. Podría haberlo dibujado por mi mismo o en papel, pero ya disponía de mucho material pre-elaborado que me pareció interesante utilizar. A medida que iba avanzando en ello, les iba mostrando las escenas y me contagié de gran ilusión. A su vez, ellos se aprendían de memoria el texto de las escenas.
Quizá huyendo un poco del dicho “en casa del herrero cuchillo de palo” me involucré de lleno en este proyecto dedicado a mis hijos y también ilusionado por el hecho de poder compartir y crear con ellos este proyecto común.
Ahora mismo ya tengo mi primer cuento creado y estoy ya con el segundo.
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