Por fin han llegado las vacaciones, o al menos las estudiantiles, porque por las mañanas sigo trabajando. Llega a durar unos días más el trimestre y… Podría haber cometido alguna locura. ¡Y menos mal que no tengo muchos deberes y trabajos que hacer durante estos doce días de vacaciones! sino…
Si describo la que ha estado siendo mi rutina habitual durante estos meses, debo empezar por la hora a la que me levantaba (y me sigo levantando): las 6:00h de la mañana, aunque algunos días unos minutos más tarde. Solía coger la bici a las 6:15h y hacer cualquiera de las rutas de montaña que conozco durante una hora. A esas horas todo está oscuro y en la montaña sólo se percibe el sobresalto de algún animal adormilado o la mirada de otros siguiendo tus movimientos. Hasta que llegó la época de los primeros exámenes y con ella el invierno. Entonces cambié la bici por estudiar y hacer deberes. Ahora he retomado la bici.
Después me duchaba hacia las 7:30h, me vestía y desayunaba unos cereales o un pequeño bocadillo en diez minutos y salía de casa a las 7:50h para coger el coche e ir a trabajar. Antes iba siempre a pie, pero ahora tengo que coger el coche porque conecto el trabajo directamente con los estudios. A las 8:00h u 8:01h me ponía a trabajar sin pausa y sin intermedio hasta que a las 14:25h me ponía a comer en el trabajo delante del ordenador siguiendo con las últimas tareas del día.
Seguidamente volvía a coger otra vez el coche para recoger a un compañero por el camino, dirigirnos a clase y entrar a las 15:15. Empalmaba una asignatura tras otra hasta las 21:10h, hora a la que dejaba atrás mi jornada estudiantil para volver a casa. Llegaba sobre las 21:50h.
Cuando llegaba a casa, entraba ya con un hambre que me comía hasta el marco de la puerta. Cenaba rápido mientras los niños correteaban a mi alrededor y después nos poníamos a lavarnos los dientes y notaba ya como los ojos desconectaban. Algunas veces leía un pequeño cuento o revisaba algunas tareas escolares. Hacia las 23:00h o 23:10h, procuraba estar ya en la cama, mi mujer con un niño y yo con otro, o a veces durmiendo solo. Ya con la luz apagada, me quedaba frito hasta que la alarma del móvil me volvía a sonar a las 6:00h de la mañana o me despertaba antes alguno de los peques por una calentura, un vómito o una fuga de pis. Y otro día más por empezar con idéntico ritmo.
Los fines de semana me levantaba un poco más tarde. Alrededor de las 7:00h. Si se terciaba y mi mujer no salía a caminar o a dar una vuelta en bici, nos dedicábamos unos minutos a la vida de pareja, sin tardar en escuchar un “mami” aproximadamente hacia las 8:00h. Haz deberes. Desayuna. Batallón de limpieza de dientes. Lucha para vestirse. Salida al parque hacia las 12:00h. Visita de seguimiento para completar mi jornada laboral y guardia por si hay incidentes, sábados, domingos y festivos ininterrumpidamente hasta las vacaciones de verano.
Regreso a casa hacia las 14:00h. Preparación de comida. Intento de siesta hacia las 16:00h. Continuar deberes y estudios. Paseo por la ciudad o película en la tele. Cena hacia las 21:30. Recogida de la cocina mientras los peques ven algunos dibujos. Escaramuza con la limpieza de los dientes hacia las 22:45h y vuelta a la cama.
Regreso a casa hacia las 14:00h. Preparación de comida. Intento de siesta hacia las 16:00h. Continuar deberes y estudios. Paseo por la ciudad o película en la tele. Cena hacia las 21:30. Recogida de la cocina mientras los peques ven algunos dibujos. Escaramuza con la limpieza de los dientes hacia las 22:45h y vuelta a la cama.
Ahora por fin han llegado esas medias vacaciones, porque sólo trabajo por las mañanas y por la tarde… Lo que surja, pueda, me dejen o tenga que hacer, pero no esperéis mucho más de mí.
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